esa señora se robó mi sol, que me lo devuelva

(porque hoy a la mañana la profesora más aburrida del mundo atentó contra los soles nublados y pensé que se los iba a robar para no saber usarlos después y además porque "este pedazo de" es hermoso y porque si sigo dando explicaciones voy a terminar enroscándome como una serpiente de ojos de huevo) bueno, sí digamos que esto ya no es mío pero que me gusta pensar que así es.



es como un sol en el pecho y los ojos de briza azul cerrados al cielo y lo que entra es un jardín de verano gigante como esos ojos y el pasto es más verde que tus cristales y es tan suave que no me resisto y caigo tempestad abajo, hasta el lago transparente y los peces de colores como vos y como yo nos llaman la atención y sus panzas hinchadas te saludan desde lo profundo, como anhelando toda esa libertad de correr y lo que sale de ese pecho y ese sol, una caricia de dedos suaves en primavera, cuando todo es un poco humedad y otra mitad labios secos y tu pelo desordenado entre las baldosas de esa casa hecha de crayones y chocolates. y ya después lo que entra, sin que te des cuenta, es un globo rojo que se abre paso entre las nubes de algodón que vende el señor en bicicleta, que es naranja como vos cuando hablás del río y como el sol que encandila al mediodía cuando el globo rojo brilla más que todos y los esquimales lo miran desde la lejanía y piensan que es una estrella distinta e imaginan la calidez de estar ahí, de vivir así y lo que sale es, entonces, la imagen más hermosa y pacífica de sábado imaginario, como los collages y las palabras de amor, y lo que entra es una ola de mar espumosa y quizás un surfista dorado con una tabla color pastel y los peces con sus aletas enormes lo envuelven y lo abrigan y después le cuentan historias sobre el jardín de tu abuela y enumeran las plantas, las describen tan reales que casi puedo tocarlas y lo que sale es un malbón rojo como las narices cuando se sonríe de más y con el malbón viene la promesa de que este verano irreal no va a agotarse, porque en ese pecho, que es como una casa con chimenea, caben tantos soles como yo pueda inventarme y entonces los peces de ojos saltones pueden quedarse tranquilos: tu brisa azul es, y con eso basta.