un caleidoscopio para girar hasta que no me den las manos, para rotarlo rápido y sin pudor y no pestañar nunca más, abrir los ojos de manera tal que la luz me queme las pupilas y solo vea los destellos dorados y plateados y fucsias y rojos.
un caleidoscopio para escapar del mundo irreal, para volverme una con la luz, para disparar sin fallar, para ser tan solo un instante de preciosidad, cualidad de precioso, y sonreír hasta doler, siempre girar y girar...
un caleidoscopio porque sobran los motivos para cerrar los ojos, acto de bajar los párpados por tiempo indeterminado dificultando la visión, hasta imposibilitando la misma, pero que nadie confunda esto con morir, porque no. porque no es eso lo que digo y siento la necesidad de aclararlo, porque no es negro, sino que es gris y si traigo mi artefacto de la felicidad todo será verde ya y solo voy a abrir los ojos para seguir girando y también voy a poder adivinar lo que sigue, aun si siempre es impredecible, yo me conformo con los mundos armados en mi cabeza de sal y luz.
es menester, entonces, correr a buscar los caleidoscopios, sacarles el polvo y que me den todo de sí, así abro los ojos solo para ver el mundo girar, para transformarlo en destellos platónicos que no tienen que agotarse jamás.
un caleidoscopio para las noches tristes en las que la oscuridad se lleva todo. quizás después gritar, escribir garabatos y colorearlos con crayones que jamás se acercarán a la verdad guardada en ese pequeño cilindro de madera. quizás después me levanto y ya no soy yo.
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2 comentarios:
este es uno de esos momentos en los que me lamento por no tener un caleidoscopio.
Desde siempre me parecieron geniales los caleidoscopios y su facilidad para cambiar; siempre me gustaron.
Y con esa imagen has construido un muy lindo texto.
Saludos, señorita.
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