(pienso en julia, que me mira desde el otro lado del jardín, como un extranjero de visita por mi memoria. pienso en su pollera verde y en los distintos secretos que guardan sus zapatillas desteñidas, de tanto caminar por los cerros y comprar frutas anaranjadas. qué decepcionada estaría si supiera que todos mis recuerdos la describen silenciosa, nunca una voz aguda que me narra poemas de media tarde.
sin embargo, qué engañosa imagen, como si por dentro yo me desviviera por borrar cada una de sus tonalidades porque el irremediable destino no quiere devolverme las acuarelas que la construyan una vez más.
y si recorro cada centímetro de vida, soy testigo de una figura esbelta, más bien pequeña, llena de pecas y flequillos que se desdibujan entre cejas y pestañas y bocas rosadas. entre mis partes preferidas, unos ojos gigantes, ni azules ni verdes ni grises, cambiantes de distancia, a veces enmarcados en carey y pedazos de cristal, siempre silencioso semblante aquél.
hace calor, mejor prendo el ventilador y me tiro en la cama para dejar de pensar en julia, que me mira desde el otro lado del jardín, como vaticinando un adiós que nunca llegó, porque para despedirse primero es menester presentarse, y eso también es parte de una imaginación de frutas anaranjadas y cerros bicolor que nunca he visto.)
3 comentarios:
Me gusto mucho este relato, sinceramente lo leí encantado.
Saludos.
- ¡Ay!- dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
- Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo- dijo el gato... y se lo comió.
Franz Kafka
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