la infinita vulnerabilidad se parece al pájaro veloz que vuela sobre mi cabeza cuando, de repente, levanto la vista para detenerme en la nube gris. es que ese domingo de siestas no correspondidas me invitó de paseo por las frazadas de oso en el patio más otoñal que conozco hoy. y yo acepté predispuesta, bien dispuesta a pensarte hasta que te materialices en algo más que un cubo de hielo. porque si ya me resbalé una vez, que valga por todas aquellas que van a tocar a la puerta alguna vez. y porque si no hago caso, si no dejo de nadar contra corrientes de agua tibia como el beso de madrugada, porque si me entrego al pensamiento atroz y desconozco el enigma del abrazo una vez más, porque si no llegás para sacudir toda la telaraña de atrofiados modos que dejaron de ser naturales solo por un afán incompleto de tener el control sobre, porque si no cambio de una vez por todas la ignorancia por las sonrisas esto deja de ser mágico y hamacas, se vuelve cotidiana vida que ya no quiero para mí.
la idea es que te conviertas en algo más que un cubo de hielo. la idea es derretirte hasta que las aguas crezcan tanto que ya nadie haga pie, sin hundirse hasta el fondo del marazul, simplemente manos que acaricien todo lo que es.
la idea es que te conviertas en algo más que un cubo de hielo. la idea es derretirte hasta que las aguas crezcan tanto que ya nadie haga pie, sin hundirse hasta el fondo del marazul, simplemente manos que acaricien todo lo que es.
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