cuando todo lo que querés de la vida es estar así*.







* sentada mirando la nada mecerse como un limbo de actitudes agraciadas. el punto fijo se expande, se vuelve diminuto y yo solo pienso en esas palabras que leí ayer en el diecisiete a las cinco y después hoy, hace un rato, sobre recuerdos y lo poco que sirve estremecerlos en mi mano porque son como el puñado de arena que no quiero dejar escapar, pero que irremediablemente...
los primeros fríos siempre me hacen sentir así: es una mezcla entre narices coloradas y manos que se buscan o no encuentran explicación para tanta ola gigante de palabras que suenan sinceras, ojos brillosos, yo no sé cómo callar.
o quizá sí, pero no quiero jugar al silencio hoy. porque cuando todo lo que quiero de la vida es repetir al infinito ese momento que fue ayer o parece distante, un sueño. digo, no estábamos acá, era la montaña más lejana y llena de río y aguas transparentes. el resto es historia, ni siquiera sé si importa...



(lapso de tiempo indeterminado)
sí, mejor sí. es mi intento número diez mil por explicar con palabras de fueguitos la sensación más arraigada de una madrugada o todas o línea de tiempo que no tiene antes y después. y los ríos eran realmente inexistentes, quiero decir, te mojaban la ropa y te entraban por la nariz hasta el estómago en camino directo y seguro, pero uno no podía verlos de lo limpios y calmos que. y entonces asumo que me agarraron de la mano porque en el fondo de todo eso existía el paisaje más hermoso a los ojos y yo me convertía en algo nadador, digamos que unas brazadas para alcanzar, y me sumergía con seguridad en todo eso que me rodeaba, la búsqueda del tesoro.
abrí un ojo por casualidad y ya no era sueño, los peces a mi alrededor eran sábanas floreadas, la luz transparante más bien penumbra matutina. abrí el izquierdo mientras cerraba el otro y haz de luz, conjunto de partículas o rayos luminosos de un mismo origen, que se propagan sin dispersión (sic), y helo ahí. el resto sí que es historia, aunque importe...