te salvé




el día de mi cumpleaños me llevaron a la habitación de hotel donde el secador de pelo tenía forma de letras chinas, letras que decían:
también me llevaron al negocio de artículos brillantes, sudorosos, pegatinas y algo más. me compré dos lápices y miles de acuarelas. las perdí, no te miento.
cuando derramé la última lágrima, todos aplaudieron con entusiasmo y las paredes fueron verde lima, porque otro color no se podía pedir. las quise pintar con esos dos lápices negros y me golpearon ("atentar contra la propiedad pública no sé qué").
entonces conocí el mar. estaba revuelto, mi pelo enmarañado, mis pensamientos... sí, claro.
y después me quise ahogar, de felicidad, pero no me creyeron. gritos, escándalo, la profunda tristeza deja su cicatriz acá, esto que late es a veces un corazón, otras veces un oso polar.
quisieras que diga que vive con los esquimales, pero qué predecible se volvió este mundo. yo me pregunto cuándo va a girar para el otro lado, y entonces los días van a sucederse para atrás y todos vamos a hablar el idioma del ya pasó. después no va a haber más un eje, una tierra que gira sobre su propio y yo tampoco voy a saber por dónde voy.
simplemente, que es lo contrario de difícilmente (algo parecido a lo complicado), voy a pestañear, porque sé que te gusta dibujarme mientras bato las pestañas, largas, te abrazan. ya te dije que te atraparon como una telaraña.

pucha, qué feos esos insectos.

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