y ahora la encontrabas de vuelta en esa habitación blanca pálida y todo a su alrededor parecía inmutable y tan familiar que daban ganas de cerrar los ojos y correr al encuentro de bocas sucias, que aguardaron distantes el momento adecuado.
pero como todo, las idealizaciones de la mente llegaron tan lejos que los abrazos resultaban ásperos y desteñidos, y los ojos ya cansados de tanto llorar no comunicaban, se refugiaban y sollozaban palabras vanas.
y ella era ahora un sueño roto, un amor que llegaba tarde, realmente tarde.
ella era ahora tan solo imágenes del pasado, y se perdía en segundos de placer que no alcanzaban para sonreír.
y mejor fingir que la querés, aunque todo sea lástima, porque este ser de brazos apurados es simplemente la imagen de lo que dejaste al partir la primera vez.
y no hay vuelta atrás ahora que la culpa recae como una mochila exhausta en tu espalda.
sos conciente.
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