escribo para mí, no escribo para nadie. las palabras, ojalá fueran transparentes como los pensamientos. ojalá fueran simples, ojalá pintaran mi mundo de colores y dejaran atrás cualquier idea carente de forma. desearía que llenaran todo de vida y no me dejaran este vacío gris y familiar cada vez que mis manos sangran verdades desconocidas, o conocidas, o por conocer, a quién le importa...
palabras, ojalá fueran amarillas como el sol de otoño en la plaza donde esa señora siempre pasea a su perro, ya viejo. ojalá fueran transparentes y de colores, como el té de la mañana, cuando mis ojos miran perdidos al reloj que no deja de sonar, que me persigue, que me levanta y me deja dormir cinco minutos más, el premio eterno. ojalá fueran rojas, azules, blancas y verdes como las banderas de ese edificio al lado de mi casa, ese edificio que es testigo infinito de historias acabables. o tal vez fueran azul cielo, del color de los ojos de mi mascota, que me espera cada día, sin saber que a veces las visitas se hacen esperar más de la cuenta.
ojalá las palabras fueran reales, ojalá no fueran un impedimento, ojalá juan josé no tuviera tanta razón, ojalá nada fuera opresión.
ahora, de tanto repetirme y cansarme a mí misma, todo perdió sentido una vez más.
1 comentario:
Ese Juan José es Saer?.
El gris a veces es mi color favorito. Siempre es mejor el gris que el negro.
Usted escribe muy bien, ¿Ya lo dije?.
Me perdí a Javiera porque me acosté a dormir la siesta y no hubo nada que me despertara. Un horror.
Abrazo
P.
Publicar un comentario