la mala buenasuerte de tener tiempo libre para sentarme en El Federal cuando nadie lo mira, cuando todo es silencio y sol despuntado y brisa casi helada, un tanto otoñal, bienvenidas sean, bufandas. te propongo recortar con tijeras de anhelo esa noticia que encontré en el diario de hoy, esa que dice algo sobre "obras de famoso autor argentino se podrán encontrar en grandes bares de Buenos Aires a partir de mañana". El futuro es un tanto apresurado, pero siempre podemos trazar un mapa imaginario que nos lleve de acá para allá: días de otoño entre cafés con leche y medialunas, historias de antaño y fotos en blanco y negro. Voy a leerte en voz alta mi cuento favorito una y otra vez, quizás hasta que nos lo sepamos de memoria, quizás hasta que cada palabra adquiera un siginificado nuevo y entonces nos apropiemos de la historia y la miremos con ojos de hojas secas. Después vamos a ir a comprar acuarelas infinitas a la librería antigua que descubrí hoy, pero que ya había visto ayer o hace mucho, da igual, y algún día me voy a animar a decirle al señor de canas que su negocio es realmente hermoso y que me gustaría poder comprarle absolutamente toda la mercancía del mundo si solo me promete que nunca va a apagar esos toldos verde oscuro. Y cuando empiece a anochecer pero todavía queden rayos escondidos por ahí, vamos a dar vueltas circulares por las calles sinuosas y te voy a agarrar de la mano, te voy a prestar mis auriculares y voy a darle play al sonido más gentil de jueves por la mañana, mientras parece que floto (ya estoy empezando a creer que es así) y me tiran besos que planean.
ah, ayer me llegaron los panaderos con la respuesta a mi mensaje. Volaron tantos tantos que pensé que iba a convertirme en uno también, solo para llegar a vos más rápido y decirte al oído todo esto.
lo único que lamento es que ese célebre autor argentino no sea Cortázar.
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