un mapa único y el dulce estar de verano, entre horas incesantes e imágenes de pocos sueños realizables hoy.
una almohada.
alma era pequeña cuando la trajeron y entraba en la palma de mi mano. hoy ya no nos mira con los mismos ojos y nunca va a saber lo que significa para mí decir su nombre una y mil veces más.
estar en el patio de mi casa y caminar descalza cuando las baldosas queman de dolor en silencio. el libro en el piso y los pijamas desperdiciados ante tanto sol, el mismo que te deja ciego y te hace estornudar.
y esta escritura de viernes en soledad es un divague asqueroso.
ojalá tuviera tus palabras, ojalá pudiera reordenarlas de manera más cordial, ojalá estuvieras acá y no fueras un fantasma que me persigue cuando no tengo nada digno en qué pensar.
porque siempre pasa lo mismo y tu nombre es desconocido, como tus ojos y tus manos y tu lengua y tu peinado cuando te despertás a la mañana.
algún día todos tienen que llegar.
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1 comentario:
Algún día todos llegan.
Sí.
Es así.
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