ojalá la vida fuera como sentarse en la puerta a tomar mates inexistentes, mirar a ambos lados de la calle y no cruzar, pescar hojas de otoño en la laguna más grande. estaba en frente de mi casa y era gigante. y siempre tomaban mi mano, nunca me dejaban correr fuera del alcance, siempre protegida, siempre impecable, siempre blanca y sonriente y nunca corriendo fuera del alcance de esa mano salvadora.
cuántas horas de música gastadas desordenando discos solo porque sí, cuántas horas de charla arrepentida, quizá nadie me escuchaba pero así estaba bien.
y ahora no quiero crecer, y entre sueños te lo confieso a vos, que sos como la hermana que nunca tuve, a vos que siempre fuiste el parámetro exacto de lo que no hay que hacer: daño.
y entre sueños también te invento mundos de más colores, esos que no alcanzás a ver a menos que estés distraída.
y te relataría historias de príncipes hasta que te quedes dormida, porque no quiero una sola lágrima más, porque estoy cansada de los gritos instalados, de las ausencias presentes que se dejan entrever en las calles del barrio.
y también me quedaría despierta peinando cada tirabuzón que yo dejé escapar, para que sepas que si alguna vez mis cuentos te parecen irreales, la historia se repite hasta el cansancio y una vez más, siempre vos.
(solo son palabras encadenadas, solo son deseos de nubes al aire libre, nunca me dejes)
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